¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
(GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER)
Los versos, tan sencillos y tan cercanos al corazón de esta rima de Bécquer, dicen mucho más de lo que en primera lectura y su impronta sentimental parecen decir. Se trata de versos pronunciados seguramente una y otra vez por generaciones de adolescentes o jóvenes enamorados. Y esta circunstancia del enamoramiento, como estado especial del alma, es esencial para que estos versos, como otros, adquieran la magia poética que les corresponde. Y por eso, en los mismos versos se dice que no hay otra manifestación poética más exacta y completa que una persona viva vista por los ojos del amante. Que no hay palabra con más verdad, belleza y bondad -que estas tres cosas reclaman con propiedad toda verdadera poesía- que aquello que se encarna y manifiesta en una persona completa, carne y espíritu al mismo tiempo.
A las grandes preguntas existenciales que el hombre se ha hecho siempre -quién soy, de dónde vengo, a donde voy...- y que los griegos hacían al oráculo, este respondía siempre con un enigma. Ni las preguntas ni los enigmas han abandonado nunca a los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares. La ciencia de hoy no estudia ni las unas ni los otros, porque no caben en un laboratorio, y se relegan al ámbito de la metafísica o la religión; pero a muchos científicos les siguen preocupando, no sólo porque además de ser científicos son también seres humanos, sino porque el impulso esencial que los lleva a ser científicos está lleno de preguntas y de enigmas. “La experiencia religiosa cósmica -dice Einstein- es la fuerza impulsora más fuerte y noble que existe detrás de la investigación científica”.
La pregunta y el enigma -o el misterio- es en cambio materia propia del oficio de poeta: “El alma del poeta se orienta hacia el misterio”, dice Machado.
“¿Qué es poesía?” En la pupila de los ojos que miran a los ojos que interrogan es donde con más ansia buscamos la respuesta. Y siempre, oráculos insondables, responden con el enigma, el misterio.
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